Stanley Motta, presidente de Copa Holdings participó en la cumbre empresarial organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante la celebración de su 60 aniversario. El evento empresarial se centró en tres grandes motores de crecimiento: innovación, infraestructura, integración. Entre los asistentes figuraron el venezolano-estadounidense Rafael Reif, presidente del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT); y Dan Bryant, vicepresidente de Asuntos Globales de Walmart, entre otros.
«No hay duda que los latinoamericanos y los caribeños de hoy vivimos vidas más largas, más sanas y prósperas que las de nuestros abuelos. Pero aún queda mucho por hacer», afirmó el colombiano Luis Alberto Moreno, presidente la institución desde 2005, en un vídeo institucional.
Para subrayar su papel, el BID acogió varias sesiones con la participación de jefes de Gobierno y líderes económicos regionales, así como conferencias sobre diversidad y el futuro del desarrollo.
Dentro de las jornadas sobre desarrollo, se realizó un panel dedicado al empoderamiento femenino en el que participó Michelle Bachelet, expresidenta chilena y actual alta comisaria para Derechos Humanos de la ONU; y en el de sostenibilidad, la ministra de Energía colombiana, María Fernanda Suárez Londoño, y la fundadora de Costa Rica Limpia, Mónica Araya, compartieron su visión.
A lo largo de estas seis décadas, el BID ha tratado de convertirse en mediador clave al fomentar la colaboración público-privada o señalar el ascenso de Asia como motor económico global.
Desde el banco multilateral se ha insistido en los últimos años en que dos de los grandes retos para la región son hacer frente a la gran brecha en infraestructura para apoyar la expansión económica y aumentar la inversión en investigación y desarrollo.
De acuerdo a datos del BID, Latinoamérica debe invertir cerca de 5% de su PIB anual en infraestructura, unos 150.000 millones de dólares adicionales al año, en las próximas tres décadas.
Por su parte, la creciente competitividad global exige que la región respalde un ecosistema empresarial que favorezca la innovación. Actualmente, solo destina un 0,7% de su economía a investigación y desarrollo comparado con la media del 1,7% a nivel global.